Como el pianista acaricia las teclas de su piano evocando un sinfín de melodías, yo manoteo los botones de mi teclado para que el eco de mi voz llegue hasta ti.
Todos nacemos con un libro en blanco, cuyas paginas hay que escribir, nadie nos dice cómo, ni por qué, pero tras el caminar de nuestra vida se van tallando en cada una de ellas todo aquello que nos acontece.
Y es sólo cuando un golpe de mala suerte, una enfermedad, el sufrimiento de un ser querido, el sentir de la desgracia ajena, ese mal comportamiento que se repite día tras día, un no saber por qué esto me ocurre a mí, nos hace frenar en seco, y sin tú quererlo, sin tu pedirlo, cuestionando lo que un día vimos normal, hojeamos sin prisa, sin pausa, dejando pasar el tiempo, las páginas de nuestro libro.
En ellas puedo leer, la fría y distante soledad que me envuelve en el fracaso de no poder seguir adelante y llena de rencor hacia Dios, hacia los demás, hacia mí misma, no llego a comprender el porqué de mi apenada existencia.
Me rindo sumisa al miedo, al cual, le permito ser el protagonista de cada uno de los momentos de mi día a día y la tristeza emana del interior en su más grotesca versión de egoísmo. Sin dejarme ver, que una afanosa inseguridad acompaña a la cobardía y juntas engendran al dolor, que crece en una condena que minuto a minuto asola mi alma y comparto sin miramientos, grandes dosis de sufrimiento, a aquellos a quienes de verdad amo, pues, pecho oprimido no entiende de razón.
La angustia, la ansiedad, las lágrimas deslizándose por mi rostro, no quiero seguir leyendo las páginas de este libro, el cual yo decidí escribir.
Yo no vine al mundo para convertirme en una víctima de mi inconsciencia, es injusto perder cada día que se me ha regalado, sin saborear, sin entender la vida en todas sus sinfonías.
Paso a la página siguiente y me encuentro con sólo una página más, que espera en un silencio ser escrita….
Las personas, los animales, la música, un gesto, una caricia, un susurro, todo aquello que me rodea, me han permitido descubrir que no hay nada imposible. Es tan sencillo como creer en ti, creer que tú, tienes la valentía de escribir en esa página en blanco y solo tú eres el autor.
Es un poder y un don que nos ha sido entregado, que todos llevamos impreso en nuestro ser, tan solo, hay que saber su lenguaje.
La homeopatía unicista ha sido la tinta que ha recorrido mis venas, mis arterias, mis órganos vitales, y cada una de mis preciadas y maravillosas células.
Ella ha sido la encargada de reescribir mis páginas de darles sentido y crear nuevos capítulos.
Sin la homeopatía, sin ella, no hubiera sido lo suficientemente valiente para enfrentarme a mí misma, a ese monstruo en el que me estaba convirtiendo, a la victima de mis propios abusos.
Ella, me ha dado la llave para que yo tenga la oportunidad de abrir cada una de las puertas que allí se encontraban cerradas, enmohecidas por el paso de la eternidad. De enfrentarme a cada nubarrón, a concebir y vislumbrar que todo está dentro de mí.
Me ha ayudado a encontrar el equilibrio, para que navegar dentro de mis emociones, sea fácil, pero los mas maravilloso de todo es que lo hemos hecho juntas, ella y yo, codo con codo, la homeopatía y yo unidas para un mismo fin.
Me ha dado la posibilidad de presenciar en vivo y en directo, cada escenario, cada ensayo, cada puesta en escena.
Me ha permitido, reír y llorar, gritar de angustia y de alegría, de perderme en mis pesadillas y despertar en mis sueños, y solo por ello me inclino ante tanta sabiduría.
Con estas palabras no quiero convencer, no pretendo hacer creer que la homeopatía es la panacea y que Juan García homeópata unicista, tiene la solución a todos nuestros problemas. No, no es así.
Tan solo quiero haceros llegar el sentimiento de que cuando uno está decidido a cambiar, a sanar sus heridas, a transitar por el camino de la felicidad, y en definitiva sentir que la vida es para vivirla, no hay mayor regalo, que encontrar personas como en mi caso, ha sido Juan, que ama su profesión, que permite que la sabiduría de la homeopatía llegue a todo aquel que lo necesite, que con su perseverancia te guía paso a paso, para que encuentres tu equilibrio, y vuelvas a renacer de tus cenizas.
Gracias a ella, gracias a ti homeopatía,
he liberado de su prisión a quien realmente he sido siempre,
a quien en mi presente soy y me enorgullezco cada día más y más
y ahora sé con toda seguridad
que nada, ni nadie va impedir
que consiga mis metas y
mi sueño de seguir viviendo hasta el día de mi muerte,
yo escribo en mis paginas en blanco…